Actualmente, la pandemia de COVID-19 constituye un desafío de salud global. Desde China, el virus se ha extendido ya a más de 103 países en todo el mundo.
Las autoridades sanitarias sugieren que es el momento para que las empresas, los hospitales, los centros educativos y los ciudadanos comiencen a prepararse.
Ante este panorama, muchas compañías en el mundo han optado por mitigar el riesgo recurriendo al trabajo remoto o trabajo desde el hogar para evitar que los empleados sufran y propaguen el virus.
En China, la pandemia de COVID-19 ha propiciado un experimento masivo de trabajo remoto.
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Los empleados utilizan plataformas virtuales para efectuar reuniones, realizar capacitaciones, informar y seguir el avance de tareas con sus compañeros y jefes.
También comparten información sobre su estado de salud. En el último mes ha aumentado el uso de aplicaciones y plataformas de apoyo al trabajo móvil, comunicación unificada, organización de contactos, videollamadas y mensajería.
La agencia de publicidad más grande de Japón anunció la última semana de febrero que unos 5 mil empleados de su oficina central en Tokio trabajarían a distancia, después de que un empleado diera positivo en COVID-19.
Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias estadounidense, ha sugerido recientemente que las medidas prácticas que las empresas pueden tomar incluyen reemplazar las reuniones en persona con videoconferencias o conferencias telefónicas y permitir que los empleados trabajen a distancia.
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En Italia, muchas corporaciones han dado a sus trabajadores la opción de realizar sus funciones habituales desde su hogar a través de Internet.
En España, la firma Ericsson ha enviado de manera preventiva a los empleados a trabajar a casa tras haber confirmado la infección de una trabajadora croata.
En Irlanda, Google ha enviado a su casa a 8 mil trabajadores y Twitter ha recomendado a todos sus empleados trabajar desde casa.